sábado, octubre 28

jueves, octubre 26

martes, octubre 24

Nelson va a matarme - parte 2 (happy ending con allegro danzante)

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y possss
resulta que al final el buen nelson no me mató
sino que en cambio me trajo de buenos aires
un libro divertidísimo de liniers
donde salen mil pastruladas
como ésta:





el buen nelson


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lunes, octubre 23

Encuentro Internacional de Bloggers en DON TITO!

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Nelson va a matarme (parte 1)

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Eran como las siete de la noche. Veníamos caminando por Pardo con el Equix, pensando en todas las posibilidades que podría ingeniar el buen Nelson para acabar con mi vida al volver de su viaje. Todo tan sólo debido la salvaje angustia que siente de que yo esté saliendo con su pequeña hermana. Primero imaginamos que lo haría con un rifle, o que talvez me pasaría encima con el carro mientras yo andaba de bicicleta. Pero luego llegamos a la conclusión de que el buen Nelson es más bien un tipo de armas punzo-cortantes y que lo más lógico era que yo terminase desollado como ganado al borde de mi pc.

Cuando llegamos hasta el final de Pardo continuamos bajando por Larco hasta Coyote Tatoo. El Equix estaba interesado en comprarse uno de esos jodidos piercings expansores para hacerse un nuevo culo en el lóbulo de la oreja. El Equix tiene mil agujeros, pero parece ser que siempre es bueno tener uno más y no había quien lo hiciese desistir de esa idea.

Mientras checábamos todas esas púas, argollas, tubos, y bolitas de metal en las vitrinas, escuchábamos a un tipo muy aterrado que desde detrás de un biombo gritaba como si le estuviesen perforando algo imposible de perforar. El Equix me dijo que hacerce un piercing no duele tanto pero los gritos del tipo eran tan reales como sólo pueden ser los de un perro atropellado o los de un chancho que sabe que lo van a descuajar y a mi eso sólo me hacía pensar en el buen Nelson y en todas las dolorosas posibilidades que existen de morir.


Tomamos una combi en Larco con dirección a San Isidro. Yo bebía una lata de Pilsen mientras el Equix leía la última edición del CrashBoomZap. Nos encontramos en Risso con dos amigos suyos que estaban acabándose una jarra de cerveza y un piqueo que aparentemente consistía en pedazos mal deshilachados de pechuga de pollo que uno podía remojar en ají. Junto a su mesa había una rokola. Me paré y puse una canción de un grupo nacional y luego le mandé un mensaje de texto a Karen cantándole una parte de la canción.

Karen está sola en Miami y cosas como estas le ponen de buen ánimo. Al rato me respondió el mensaje y parecía algo alcoholizada. Me dijo que su novia quería más a su chihuahua que a ella de modo que había decidido largarse de su casa e irse a recorrer el resto de los estados unidos. A mi eso se me hizo demasiado parecido a un libro de Kerouac que nos mandaron a leer en el 98 y dije - Bueno parece que por fin de algo le va a servir la universidad a Karen-. Luego me acordé que Karen no es ni Sal Paradise ni Dean Moriarty y me preocupé imaginándola con su metro sesenta y su cara de angel caminando por la autopista. Lo cual sin embargo es una preocupación tonta ya que si bien Karen es una de esas chicas a las que puedes partirle el corazón con un soplido también es de las que caen paradas desde un décimo piso, así que decidí que todo iba a estar bien. De todas formas no había nada que yo pudiese hacer para ayudarla. Cuando menos ella no tenía que preocuparse del buen Nelson como yo.

Acompañamos a los amigos del Equix hasta su hotel. En la TV del cuarto estaban pasando Beetle Juice y yo estuve mirando a Winona un rato. Pensé en que la hermana de Nelson tenía exactamente la edad de ella cuando filmó esa película y me pregunté si Winona también tendría hermanos y amigos de su hermano que se fijaban en ella.


Luego volvimos a Miraflores y fuimos hasta el Pollos Pier. Pedimos una jarra de cerveza y entonces el Equix comenzó a contarme un cuento de Bukowski que al parecer trataba de una mujer que iba consumiendo a los hombres hasta que los desaparecía y nadie sabía más de ellos.


La historia de la mujer la contaba un tipo que se había pasado un tiempo con ella. Al principio lo había puesto a dieta y lo había obligado a darse puñetazos constantemente en los rollos. De pronto el hombre había percibido que además de adelgazar, estaba perdiendo estatura. Cuando por fin tuvo el tamaño de un brazo la mujer lo tomaba y se lo introducía en la chocha. Así me dijo el Equix que decía el libro "que se lo metía y se lo sacaba una y otra vez de la chocha". Al parecer los otros dos hombres habían muerto en este trajín pero este último había aprendido a respirar cuando estaba fuera y contener la respiración cuando era introducido a la chocha y así pudo sobrevivir. Una madrugada mientras ella dormía el sujeto le atravesó el corazón con una de sus pinzas para el cabello. Luego había escapado huyendo de las ratas y de otros bichos. Se internó en un supermercado, memorizó los horarios en que había gente y en los que no y comiendo las porquerías que allí vendían fue recuperando su tamaño natural.


Cuando el Equix acabó de contar esa historia yo estaba tan maravillado que me puse a beber cerveza como loco. Le dije que era una de las mejores historias que me habían contado y que si algún día se me ocurría una historia tan buena como esa me iba a sentir realizado y ya no me iba a importar la forma en que Nelson acabase con mi vida.


Creo que fue entonces cuando la llamamos por teléfono. Talvez eso fue antes de la historia. No recuerdo bien. Ella estaba alistando su maleta porque se iba de viaje por unos días a otra ciudad donde su prima iba a celebrar una fiesta muy loca por sus veinte años. Le dijimos que se diviertiese mucho y que se cuidase de los adolescentes hormonalmente alterados o no nos iba a obligar a ir hasta allá a patear algunos cráneos. A ella le divirtió el comentario. Quedamos en que la llamaría a su regreso para encontrarnos. Justo antes de colgar ella dijo – Mi hermano vuelve de su viaje el lunes por la noche–.


Cuando entramos al Pollos Pier estaban poniendo reggaeton. Le dije al Equix. – Espera, voy a pedirles que cambien de música-. Me paré y me acerqué a la ventanita que daba a la cocina. Un tipo muy gordo con un mandil blanco y un cuchillo enorme cortaba en pedazos un trozo de carne del tamaño de un brazo. Me hizo recordar al tipo de la historia de la chocha. Le dije – Tío, cree que pueda poner algo de rock? – El sujeto me quedó mirando sin dejar de filetear. Tenía un bigote grueso sobre el que resbalaban gotas de sudor. – ¿Esto no es rock acaso? – me preguntó. Nos quedamos callados oyendo la música. Estaban poniendo la canción de Yasuri Yamileth. Decía así – mi nombre es yasuri, yasuri yamileth, te metes conmigo, te saco la gillette – una y otra vez. Por sobre la música yo oía el ruido del acero abriendo la carne. El tío me miraba imperturbable. – Pues si esto no es rock, no sé lo que sea – dijo-.


Cuando volví a la mesa debí estar pálido o algo porque el Equix me preguntó si me sentía bien. Me recosté contra la pared y le di un trago a mi vaso de cerveza. – El tío dice que esto es rock – le dije. El Equix se estuvo riendo un buen rato mientras yo bebía mi cerveza. La canción de yasuri yamileth repetía una y otra vez la misma frase. Estuve imaginando el cielo sucio de Lima como un pedazo de carne podrida. El avión de Nelson avanzaba a toda velocidad abriendo surcos sangrantes entre las nubes.


- Vámonos – dije - mientras me ponía la mochila.


El Equix se puso de pie, bebió de un sorbo lo que le quedaba de cerveza en el vaso y salimos del lugar.





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martes, octubre 17

Con mi tarjeta dorada no me puedo comprar nada

Estoy en la agencia. Todos se han ido porque es feriado pero yo no puedo irme. Tengo mucho trabajo. Hace unos días recogí un libro donde sale un cuento mío. Me dieron tres ejemplares. En la biografía dice: Pierre Castro estudió publicidad pero no la ejerce y se dedica a la literatura. Eso no es verdad. Fue verdad cuando escribí el cuento que sale en ese libro. Luego conseguí trabajo en una agencia enorme en la que tengo cantidades de trabajo también enormes y que casi no me dejan tiempo para escribir. Supongo que esto no puede seguir así por mucho tiempo pero es así por el momento. Si tuviera diez centavos por cada uno de ustedes alquilaría un cuarto en algún lugar de Barranco y volvería a comprar pan con queso para el almuerzo. Talvez algunas cervezas. Es ridículo, pero es lo único que se me ocurre al borde de esta macintosh de cinco mil dólares. Nelson llamó hace una hora desde Buenos Aires. Estaba en un librería que es como un teatro y dijo que se había comprado unos libros de liniers. No sé qué mierda estoy haciendo yo en este lugar.

sábado, octubre 7

martes, octubre 3

Los hombres de verdad caminan con girasoles por la calle

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a erika y patricia por los girasoles :)










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lunes, octubre 2