pablo y daniela - parte 1

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Lo primero que ha hecho Daniela al entrar a la oficina ha sido decir que hace mucho frío. A mi no me gusta mucho que la gente hable del clima pero con ella es diferente porque lo dice como si el frío fuese una afrenta personal de la ciudad contra su cuerpo de sombrilla y havaianas. Luego ha sacado un caramelo de menta de su bolso y se lo ha metido a la boca. A mi ella nunca me dice Pablo. Me dice Paco porque se confunde, pero yo creo que es porque le gusta más Paco que Pablo. A mi me gusta mi nombre, pero ahora me está empezando a gustar más llamarme Paco.

Trabajamos en el último piso de un edificio desde donde se puede ver todo Lima. Sólo hay una ventana en la oficina y queda justo detrás de mi escritorio de modo que a veces ella se acerca a mirar. Luego me dice - en aquel techo hay un perro comiéndose una planta - o - un señor gordo está lavándose los sobacos en su azotea. Yo hago como que estoy tipeando pero en realidad no estoy haciendo nada porque cuando ella se pone allí se me adormece el hombro del lado de sus piernas, asi que después tengo que hacer las cartas todas de nuevo. De modo que cuando ya debería estar llenando las planillas aún estoy en las cartas y cuando todos están almorzando yo estoy en las planillas y cuando almuerzo, ellos están contando chistes y cuando todos se van a sus casas a mi todavía me falta alguna cosa. Entonces viene Daniela y me dice - chau Paco, lindi.


Eso, multiplicado por todos los días de mi vida.

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