la máquina de follar

La primera vez que tuve a la máquina de follar entre mis manos yo andaba por los 16.

Mamá me había pedido que la acompañe a alquilar unas revistas al Librored de la avenida Primavera (aquel que queda al lado del Bembos). Cuando por fin consiguió lo que buscaba y me preguntó si yo iba a llevar algo, coloqué sobre sus Cosmopolitan, este librito fucsia con la imagen de una rubia salvaje teniendo sexo con una especie de lavadora antigua.

A decir verdad, en aquel momento, yo no sabían quien coño era Charles Bukowski, ni imaginaba que se iba a convertir, apenas unas horas después, en uno de mis escritores favoritos. Yo lo único que sabía era que la nieta del dueño del lugar me gustaba mucho y no iba a permitir que me viera saliendo una vez más con otro libro de Julio Verne.

Mi madre, acostumbrada ya a mis selecciones un tanto menos radicales, puso la cara de aquel emoticon con los ojos dilatados y la boca en línea y me pregunto que si estaba seguro.

Yo no estaba seguro / Yo miraba a mi madre / miraba a la chica / miraba el libro / y miraba a la rubia en la portada del libro / sus pezones como tapas de biberón / volvía a mirar a mi madre /Y miraba a la hija del dueño que sonreía con esa sonrisa seria y maldita de Alejandra en Sobre Héroes y Tumbas / Y miraba a mi madre / miraba el libro / miraba la manguera que se envolvía alredor de las piernas y el pecho de la rubia desnuda / Y veía a mi madre / Y pensé en los libros de Julio Verne / Y en que no podía ser un cobarde toda mi vida

Y finalmente dije que Si, que estaba seguro,
y mamá quitó la cara de emoticon
y pagamos el libro y la revista

y mamá sonrió
y la chica me sonrió
y yo fui feliz

y salimos del lugar


Hay cosas que uno hace por las chicas
casi todas las demás no vale la pena contarlas


PD
El libro por cierto, y el cuento que da el título al libro, son geniales.



te debo una charles!!

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